Aunque no sea una estadística científica, creo que he comido suficientes pollas para poder afirmar que a la mayoría de los hombres les excita que su mamadora lleve gafas.
Soy sumisa, por ello estar abajo es mi deber, recibiendo todo aquello que mi Amo y mi Ama quieran darme.
Pero cuando otro sumiso aparece en escena las cosas pueden cambiar.
Cuando dejas que alguien se adueñe de tu culo no es para andarse con remilgos, lo único que deseas es sentirte traspasada. ¿Duele? A veces, pero sigues pidiendo más y más fuerte. Hay pocas cosas comparables.
Este tipo de situación me encanta: hacer lo que me dicen, ser un simple objeto, mi único afán, comer la polla que me pongan más cerca y dejar mis agujeros libres a la disposición de quein los quiera ocupar.
Cuando paso revista a mi vida me encuentro con que algunos de los momentos más felices que he tenido han transcurrido arrodillada ante un hombre con su polla en mi boca.
Me gusta ser el centro, ver pollas esperando, tener que elegir por cual empiezo, ver la envidia de las no elegidas, ver su alegría cuando les llega el turno, recibir mi premio.
Hay quien cree que un calabozo ha de ser un lugar oscuro y siniestro. Pero no, cualquier sitio es bueno para servir de calabozo, cualquier sitio es bueno para que una sumisa reciba el látigo de sus Amos.